fernando fazzolari

Antes de navidad
Tiempos de acoso. Tiempos de angustia.

Asistir ausentes a las decisiones, observar como la conducción política del país diseña las estrategias que signarán nuestro porvenir, mantener la calma, tratar de conservar los afectos, los intereses culturales y sociales , correr tras las formas de supervivencia , soportar el desasosiego y llevar sobre los hombros una ruinosa carga de pesadumbres y frustraciones presentes y futuras hace que estas horas sean tan largas y dolorosas.

Sostener la esperanza, frente a acontecimientos que no nos incluyen, que nos hacen un objeto permanente de las decisiones de otro y que nos dejan atónitos frente a la historia se hace difícil para todos. Sin embargo debemos destacar en este punto una sapiente actitud de todos los ciudadanos de a pié, que aún maltrechos mantienen la calma cuando lo natural sería arremeter contra las instituciones en un irrefrenable ataque de ira.

Lo responsable en estos momentos parece verificarse en la reconsideración de los valores que constituyen la interfase, el entretejido social que después de haber sido tan castigado, aflora recreándose entre los individuos, quienes ante el innegable abandono de sus gobernantes, intentan reagrupar sus esfuerzos construyendo espacios de participación e intercambio que van desde formas asociativas tan diversas como las cadenas trueque, los comedores comunitarios, los medios informativos informales, hasta las cadenas de ayuda mutua y contención social.

Frente a los acontecimientos vale plantearse algunas reflexiones acerca de lo que nos rodea y lo que puede esperarnos, no para salar las heridas sino simplemente para estar mentalmente preparado.

Mas allá de las formas que tome la autoridad económica, el acontecimiento al que vamos a asistir en los próximos tiempos será el de la mas feroz devaluación del ingreso de todos los habitantes que se tenga memoria, proceso que, iniciado hace mas de un año en forma acelerada alcanzará en los próximos tiempos su aspecto mas virulento. En este sentido poco importará si el país devalúa su moneda o asume la dolarización como recurso, o ambas asimetrías a la vez, lo que debe quedar en claro es que para sostener el sistema en el cual estamos involucrados no dejan otro remedio que reducir aún mas los ingresos de sus habitantes, precarizar sus condiciones laborales y diluir el valor de sus bienes con el objetivo de lograr tal vez así, la tan alabada competitividad internacional.

Mas allá de lo económico, el tan temido “default” no va a estar signado sólo por la incapacidad de pago del país sino que su mayor expresión parece que tomará la forma de default de dignidad , el mismo consiste en que los argentinos y las demás tribus que viven en este territorio, van a carecer, en principio, de toda forma de oponerse o interpelar este modelo de abandono de persona que llevan adelante nuestros gobernantes, haciendo de cada uno de ellos un objeto marítimo, una suerte de caracolillo azotado por las fuerzas del mar, caracolillos que aún no han podido desarrollar caparazón alguna, babosas tal vez.
No alcanzarán años de psicoanálisis, ni de yoga energético ni todas las bibliotecas de autoayuda para contener a todos los que luego de perder sus trabajos, perderánn sus bienes, sus amores, la esperanza y la fe. No podrán contener lo inevitable

Este proceso, continuador de un largo proceso de dependencia, tiene en el liberalismo su estructura ideológica, que, esta última ciclo se caracteriza por lo que parecería ser la etapa superior del mismo o el retorno a los orígenes. Ya que asistimos a la operación del liberalismo metodológico, aquel que, no teniendo ya que elaborar estrategias políticas que lo impongan frente a otros universos de pensamiento, ya que como ideología se globaliza, retoma el “laissez faire” original bajo la forma de la afasia y hace de la ausencia de decisiones toda una poética, en la fantasía que los acontecimientos resolverán los problemas por si mismos, algo así como una especie de tao idiota.
Encarnado por el ejecutivo, esta metodología política se expande por medio de toda la cadena de mandos hacia los tres poderes y se disemina también hacia todas las gobernaciones.
Para el caso, el recurso de obediencia debida no podrá ser atenuante de genocidio alguno porque no se podrá probar existencia alguna de orden o instrucción impartida, mas allá de la inevitable represión de la que puede ser objeto el pueblo en caso de insubordinarse ante esta dependencia idiota.
Esta forma evolutiva se apoya en la permanente actitud de delegar lo indelegable y atender personalmente lo superfluo, al mismo tiempo que se desmiente lo afirmado, se desautoriza lo ordenado y se posterga lo urgente. En este juego, el gobierno que huye hacia una nada formal, tendrá como resultado que los acontecimientos recaerán sobre él en la forma del repudio, que tendrá para el caso una virulencia proporcional al nivel de abandono que ha hecho de sus obligaciones.

Frente a este singular Apocalipsis del sueño argentino, la así llamada “clase política” va a pretender continuar con todas sus prerrogativas y beneficios, manteniendo a los ciudadanos como rehenes de sus decisiones, si no existe una reacción frente a este despojo de delegación, es muy probable que la situación no se diferencie demasiado de la estructura política del proceso, nada mas que al presente mantienen los instrumentos del poder bajo una suerte de simulacro de democracia que les da la legitimidad supuesta del voto.
El problema se va a presentar cuando los piquetes de las rutas se trasladen a las casas de gobierno, al congreso, o a las sedes partidarias o cuando en elecciones futuras sea Clemente, los votos anulados, o los votos en blanco los mejores representantes de la ciudadanía, fenómeno que después de todo no parece descabellado porque por momentos da la sensación que en materia de decisiones gubernamentales estamos todos dibujados, tenemos en blanco nuestras esperanzas o tal vez estemos tan anulados por el sistema que nuestro voto simplemente no sea otra cosa que una ratificación de nuestra condición.
Así los partidos políticos y sus dirigentes transpondrán sobre si mismos los principios del liberalismo y pondrán en funcionamiento una suerte de canibalismo práctico a partir del cual comenzarán a destrozarse no sólo desde las organizaciones y sino también entre los dirigentes mismos hasta lograr la balcanización total del sistema de representación, situación que nos pondrá en el límite de la anarquía (recordar Argentina 1820) .
Los aborígenes observaremos atónitos o vociferantes todo este proceso y con un poco de paciencia veremos caer día a día políticas y políticos que carentes de todo sustento se irán desvaneciendo del espacio estelar.
Lamentablemente, los que vamos a padecer todo esta transformación somos, como decíamos al principio, los ciudadanos de a pié quienes en el entre tanto debemos mantener el alerta frente a los acontecimientos para, en un extraño equilibrio, sostener las instituciones democráticas, impugnar toda forma de autoritarismo travestido en democracia, reorganizar las organizaciones intermedias, litigar, participar, observar y actuar frente a lo arbitrario y sostener la necesidad de contar con un modelo de país acorde con las expectativas y el bienestar de todos los habitantes.
Pero, como si no tuviéramos pocos problemas en estos tiempos se agrega uno más que es el peligro de la intervención de conciencia.
Bajo el rótulo de terrorismo internacional se ha declarado una guerra de carácter global a un enemigo que va a ser definido paso a paso, día a día por los Estados Unidos, quien a partir de la “necesaria” intervención en Afganistán y su indudable éxito, desde lo material por lo menos, se ha declarado a si mismo como el organismo que de ahora en mas decidirá qué es terrorismo en el mundo, tal vez este texto ya lo sea en los términos con que son juzgadas hoy las opiniones críticas a la intervención militar colonial que lleva adelante en todo el universo.
Así las cosas, enfrentar a dirigentes políticos que sostienen el poder hegemónico en detrimento de los habitantes puede llegar a convertirse en poco tiempo mas en un acto sedicioso. Por lo tanto, la tarea a desarrollar no será en modo alguno sencilla, pero hacer valer la dignidad va a ser menos agraviante aún en sus consecuencias que soportar mansamente la escalada de sometimiento a la que somos diariamente subordinados.

21 de Diciembre de 2001

Lezama

Nací y me crié en San Telmo.

El parque Lezama era un territorio de magia, aventura y emoción.

Y era siempre mi destino sin deberes.

Hasta casi grande.

Y de grande también.

Pasando por el mercado para comer un cucurucho de dulce de leche.

La plaza Dorrego era una plaza seca.

La barranca del parque, hoy retenida por un cruceiro gallego, era una forma de la infancia que nos permitía conocer una forma del principio de aceleración.

El anfiteatro tenía una gran pileta con peces de colores.

Nuestras voces eran los coros griegos.

Las lobas eran romanas y Rómulo y Remo a veces estaban, otras no.

Rin raje

Noches rusas vigilaban ortodoxamente nuestras guitarras

Pintando la fuente de Brasil y Paseo Colón gané un premio de un concurso de manchas a donde me mandó el colegio.

Es la fuente de Neptuno y una náyade cualquiera, total él las tenía a todas en su espuma.

Me dieron colores y papeles como premio.

Nunca olvidare esa fuente….

En la fuente de Brasil y Paseo Colón se bañarían luego Anita Eckbert e Isabel Sarli.

Los saltimbanquis arrojan monedas de plata de espaldas para rogar fortuna.

Sandokán se escondía entre las palmeras de la calle de los copones.

Atracaba con su perla de Labuan debajo del portaviones de la confraternidad argentino uruguaya.

Y Evita era capitana

El Llanero Solitario perseguía bandoleros en un caballo blanco de la última calesita del sur

Dante Emiliozzi y Ruben Roux tenían carritos de rulemanes y corrían carreras en la segunda pendiente.

Diana fugitiva relataba desde su templete de hornero las alternativas de la carrera.

Alejandra Vidal Olmos y Martin se enclavaban en una novela de héroes y demasiadas tumbas y arrastraban los restos de Lavalle por la quebrada del museo.

El teatro en sus noches se servía en la explanada que da a Martín García, así la música y esas noches de encuentro.

Estar al borde de la barranca era asomarse a la frontera del tiempo.
Allí el río, luego mas allá inundación.

Imaginar sobre el fin de sus barrancas el camino de las carretas sobre el suelo de toscas.